Corría el mes de Octubre de 1953 cuando a las manos de Oscar Gaspes, empeñoso trabajador textil, dueño por aquel entonces de dos telares a lanzadera con los cuales fabricaba casimires (tela para confeccionar prendas de vestir) llegó una muestra de una manta que por esos tiempos se usaba sobre los hombros especialmente de los hombres mayores